Telegramas
A continuación se dan a conocer alguno de los telegramas
intercambiados entre Valdivia y Santiago.
Telegrama 1
De Valdivia, diciembre 13
de 1909 a las 9:23 A.M.
Señor Ministro del
Interior.-
Santiago
Hoy medianoche declaróse incendio
voraz, está destruyendo centro comercial. Van siete manzanas destruidas. Hemos
pedido auxilio perentorio Osorno, Temuco y Concepción. Pérdidas incalculables.-
Intendente
Telegrama 2
Valdivia 12:23 P.M.
Ministro Interior
Santiago
Hasta este momento el fuego ha destruido la mayor parte de
dieciocho manzanas del centro comercial.
Quemados el Palacio Episcopal, las
oficinas y almacenes de la Aduana, la Iglesia Matriz, el correo, las oficinas
de los telégrafos, el mercado municipal, las tres boticas del pueblo, las casas
Wachsmann, Bischoff, cuatro hoteles, el depósito de la cervecería Anwandter,
Martens Roepke y todo el comercio al por mayor.
Pérdidas varios millones.
Incendio parece extinguirse, aunque
todavía hay peligros. Los jefes militares han sido nombrados para resguardar el
orden público. Pedídose auxilio de tropas a Temuco, como también víveres.
Vienen bomberos de Osorno, La Unión y Temuco. Orden público mantienese
inalterable. Desgracias personales asegúraseme no las hay. Precisaré esto.
Infante
Telegrama 3
Valdivia, (sin fecha).-
Director.-
Santiago.-
A la 1 de la mañana se produjo
incendio en la calle Picarte un cuarto cuadra de la Plaza, siguiendo por este
lado a calle San Francisco, Independencia, Arauco, Lorca, Chacabuco y
Adriazola, convirtiéndose en horrible hoguera que consumió totalmente todos los
edificios hasta la Avenida Pedro Valdivia. Se quemaron 18 manzanas de las más
valiosas de la población. Todos los almacenes al por mayor fueron devorados por
las llamas en corto tiempo. Oficinas públicas se quemaron: Aduana, correo,
telégrafo, cuartel policía. También se quemaron los Bancos Transatlántico y
Chile y Alemania, tres boticas y tres imprentas, entre otras “El Correo de
Valdivia”. Las pérdidas se calculan en unos doce millones. A las 12 AM. se
principió a dominar el fuego. Desgracias personales no se sabe de ninguna hasta
este momento, parece no ha habido.-
Rosas, sub inspector
telégrafos.-
Telegrama 4
De Rancagua.-
El Mercurio
Santiago.-
En el tren nocturno que parte a las 6 de la tarde de Alameda
nos embarcamos para Valdivia.
El Ministro del Interior, señor don
Ismael Tocornal, nos invitó para que hiciéramos el viaje en el coche reservado que
había hecho agregar al convoy.
La comitiva la componen además del
señor Ministro, el Diputado don Paulino Alfonso, el ingeniero don Rogelio
Tolson, el jefe de sección del Ministerio del Interior don Guillermo Pérez
Valdivieso, el Comisario de la Brigada Central don Julio Bustamante, el
Gobernador de Llaima don Adrián Ortiz Lois, don Alberto Laiseca, don Eugenio
Domínguez, el secretario del Ministerio don Manuel Güemes, corresponsales del
“Diario Ilustrado”, “La Unión”, “La Mañana”, “El Chileno” y “El Mercurio”, y
fotógrafos del “Zig - Zag”, del “Diario Ilustrado”, de “La Nación” y de “La
Mañana”. Nuestro coche será arrastrado desde San Rosendo por una locomotora
especial que nos llevará hasta Valdivia, a donde llegaremos mañana entre doce y
media y una de la tarde.
El viaje se hará así en
seis horas, mas corto que de ordinario.
El señor Ministro me manifestó que
permanecerá en Valdivia todo el día miércoles, a fin de adoptar, juntamente con
las autoridades y principales vecinos de la ciudad algunas medidas que hagan
menos dolorosas las consecuencias de la catástrofe.-
El enviado especial.-
Telegrama 5
De Concepción, 13 de
diciembre de 1909.-
Agencia Havas.-
Han causado aquí gran impresión las
noticias que llegan de Valdivia del colosal incendio que consume la ciudad. El
fuego empieza a las 12.15 de la madrugada por el almacén Álvarez, situado en
calle Picarte, propagándose con rapidez espantosa a causa del temporal de
viento que reinaba a esa hora.
Según las ultimas noticias recibidas
después de enormes esfuerzos se logró cortar el fuego después de destruidas las
19 manzanas principales, donde está todo el comercio y las principales oficinas
públicas. Acudieron bomberos de Temuco, La Unión y Osorno. Se asegura que no
hay desgracias personales. La parte incendiada abarca desde el Banco Alemán
hasta el Hotel Castaing y Aduana. Los edificios principales quemados son: el
Palacio Episcopal, la Aduana, la iglesia Matriz, el correo, el telégrafo, el
mercado, el depósito de la cervecería Anwandter, el Banco de Chile y Alemania,
las imprentas de “El Correo de Valdivia” y de “La Aurora”, casas Grace,
Gratenau, Roepke, Martens. Las pérdidas son incalculables. Los diarios
publicaron aquí un suplemento. El telégrafo del Estado está interrumpido. Sólo se
ha recibido noticias por conducto del telégrafo de los ferrocarriles y los
cables.
Telegrama 6
Valdivia, 14 de diciembre
Presidente de la República
Moneda
He visitado los edificios
destruidos por el fuego.
Los quemados son, sin duda, los más
valiosos, pero nuevos datos me permiten asegurar a S. E. que las pérdidas no
exceden de doce millones. Los seguros comprometidos son de siete a ocho
millones. Se empieza a limpiar la ciudad, comenzando por la Aduana.
Me he reunido con los vecinos más respetables para estudiar
los proyectos que convenga ejecutar.
Los barrios pobres no han sufrido, de modo que habrá pocas
necesidades urgentes que atender.
Lo saluda.
Ismael Tocornal
Telegrama 7
Temuco, 14
Excmo. Señor don Pedro
Montt
Moneda
Ayer, inmediatamente de conocer las
proporciones colosales del incendio de Valdivia, me trasladé a esa ciudad con
todo el Cuerpo de Bomberos de ésta. Llegamos oportunamente, y pudimos prestar
importantes servicios.
El incendio abrazó todo el comercio y
valiosos edificios. Desapareció la Aduana, la iglesia matriz, el palacio
episcopal, el Banco de Chile y Alemania, el correo, las imprentas y varios
otros establecimientos. Las pérdidas se estiman en quince millones y los
seguros en diez. Los edificios de la Intendencia y la Aduana, en construcción,
tuvieron pérdidas considerables.
Orden público se mantiene
inalterable. Bajo pueblo no sufrió. Hambre no existe, porque siniestro sólo
afectó a personas pudientes. A las 6 A. M. regresé hoy a Temuco, con los
bomberos.
Rivera
Telegrama 8
Valdivia, martes 14.-
Depositado a las 6.20 de la
tarde.-
En Antilhue, muy cerca ya de
Valdivia, esperaban al señor Ministro el Intendente de Valdivia, señor Ramírez
de Arellano; el administrador de la Aduana, señor Rodemil Espejo; el jefe de la
Brigada Infantería, Comandante Valdivia; y otras personas. Los funcionarios le
dieron al Ministro datos exactos de la catástrofe, poniendo en sus manos la
lista de edificios incendiados que publicamos más atrás. En esta lista falta
uno que otro nombre que se ha escapado, como es natural en estos casos. Así
recuerdo la Fonografía Artística, de don Tomas Davis.
Continuando nuestro viaje, llegamos a
la estación de Valdivia a las 2:00 de la tarde. En el malecón de la estación
nos esperaba un vaporcito que nos condujo por el apacible río, a través de
hermosísimos paisajes, hasta la ciudad. Desde el río abarcamos íntegramente con
las miradas el barrio incendiado, ofreciéndonos un espectáculo horrible de
ruinas y desolación, envuelto en espesas nubes de humo. Los escombros aún arden
y se ve entre ellos los bomberos trabajar fatigados, incesantemente, apagando
las hogueras peligrosas.
Desembarcamos en el malecón de
madera, medio carbonizado superficialmente, frente al sitio donde se levantaban
los almacenes de la Aduana. Avanzamos por esas ruinas, en medio de las cuales
se ven montones de mercaderías de todas clases, hasta pianos absolutamente
averiados. Cuadrillas de trabajadores comienzan a remover estos escombros.
Continuamos recorriendo este barrio en ruinas donde las estrechas calles han
desaparecido por completo bajo los escombros y bulterío carbonizado que se
trató de salvar. Se ven aún las altas murallas de edificios de tres pisos
escuetas y renegridas, otras desplomadas en parte y siempre maquinarias y
mobiliarios destrozados e inservibles. A causa del intenso calor que surgía de los escombros, ascendimos
rápidamente hasta la plaza, permitiéndonos el paso las patrullas de fuerza de línea
apostada en todos los puntos estratégicos, a fin de evitar los desmanes y
robos. Sólo pueden circular los que poseen el pase especial del jefe de las
fuerzas. En la plaza se ve el hermoso palacio episcopal reducido a escombros,
donde se perdió toda la biblioteca y las hermosas obras de arte de Monseñor
Jara, entre las cuales había un cuadro avaluado en 90.000 francos. Las murallas
de la iglesia Matriz se alzan imponentes, rodeando las ruinas del templo. Allí
estuvo también el hermoso edificio de la firma Wachsmann y la casa ocupada por
el Banco Alemán Transatlántico. El incendio se detuvo en las altas murallas
corta fuego del nuevo edificio del mismo Banco y a donde debería trasladarse en
estos días. Parece un milagro que nada le pasara al Banco de Chile ni a toda la
manzana donde se encuentra, que estuvo rodeada por un circulo de fuego.
Después de contemplar este cuadro de
indescriptible desolación que nos había conmovido profundamente, dimos vida a
los comentarios y relaciones de hechos casi maravillosos de esfuerzos
extraordinarios, siempre inherentes a estos siniestros.
El origen del siniestro será fácil
establecerlo, ya que los culpables no pueden ser sino la señora Seiter, dueña
de una pastelería; o el señor Álvarez, de la tienda “La Exposición”, situadas a
media cuadra de la Plaza en la calle de Picarte.
Nunca creyeron los bomberos y vecinos
que serían incapaces de dominar el fuego, y varias veces se le tuvo por
sofocado; pero ocurrieron varios accidente y comenzó a soplar una fuerte brisa,
que a modo de fuelle avivó las llamas, haciéndolas rápidamente enormes. Me
cuentan de casas de comercio que salvaron hasta cinco veces sus existencias;
pero el fuego las alcanzaba de nuevo, hasta que ya huyendo hasta el mismo río,
se renunciaba a una nueva tarea de salvación, con las fuerzas enteramente
agotadas. Parece que el fuego en su labor destructora procedía diabólica e
inteligentemente, persiguiendo a las casas poderosas.
Recogí las opiniones más serias y
autorizadas respecto al monto de lo perdido y según esos cálculos, porque hasta
hoy no pueden hacerse más que cálculos, esas pérdidas pueden llegar a 17 ó 18
millones de pesos, de los cuales las compañías de seguros no pierden menos de
11 ó 12. Las compañías afectadas son extranjeras, alemanas o inglesas; las
nacionales encuéntrense muy escasamente comprometidas.
Como los damnificados son en gran
parte el elemento rico de la ciudad, las pérdidas no serán irreparables, ya que
los millonarios del barrio comercial harán, seguramente, resurgir sus negocios
en cortísimo tiempo, transformando el barrio estrecho de calles tortuosas en
uno mucho más hermoso.
Se advierte un espíritu levantado, que no se ha desanimado,
entusiasta, que consuela.
El señor Ministro, después de
recorrer las ruinas, se dirigió al Club Alemán, donde el alcalde señor Carlos
Gana, había citado a todos los vecinos más respetables de Valdivia. En el salón
de honor se abrió la sesión, tomando la palabra don Ismael Tocornal para
expresar que el Gobierno, profundamente afectado con la desgracia que los
afligía, lo enviaba a traerles una palabra de aliento y a decirle que estaba
dispuesto a ayudarlos con toda buena voluntad a salir airosos de la prueba
terrible. Y como una prueba de su afirmación, les expresó que se habría ya
aprobado la ley que concedía 500 mil pesos para los primeros auxilios. Pero se
había impuesto del espíritu altivo de los vecinos de Valdivia, y ello lo
alentaba a asegurar que el barrio destruido se levantaría muy luego de sus
ruinas, más vigoroso y más hermoso. Pidió que le expresaran ideas y medidas
prácticas para transmitirlas al Gobierno, quien, seguramente, las aprobaría.
Estas palabras fueron
estruendosamente aplaudidas.
Tomó enseguida la palabra el alcalde señor Gana, para
agradecer al señor Ministro y para ocuparse de la transformación del barrio destruido a causa, en gran parte de
la estrechez de las calles y su conformación defectuosa. Creía necesario que la
transformación se extendiera al resto de la ciudad.
Habló después, a nombre de la colonia,
el prestigioso vecino alemán don Alberto Haverbeck, agradeciendo la buena
voluntad del Gobierno, pero expresando que no creía necesarios para ellos los
auxilios pecuniarios, ni el de los elementos de vida. Creía que la ciudad se
bastaría a si sola y que muy pronto se levantaría el barrio destruido. Pedía,
SÍ, al Gobierno que adoptara medidas rápidas, porque la pérdida de tiempo les
perjudicaría. Pidió también la reconstrucción del malecón con material sólido.
Acerca de la transformación, se
suscitó una larga discusión, en la cual terciaron el Diputado don Paulino
Alfonso, el alcalde, el Juez de Letras, don Pedro Castelblanco, don Víctor
Vogt, don Pablo Hoffmann, el administrador de la Aduana y varios otros,
acordándose finalmente designar una comisión que con la ayuda de los ingenieros
del Gobierno, deberá presentar en el plazo perentorio de ocho días, un proyecto
de ley para la transformación del barrio comercial, proponiendo las cuestiones
financieras consiguientes. Esta comisión quedó compuesta por los señores
Patricio Aguayo, Carlos Gana, Felipe de la Fuente, Jorge Urzúa, Pedro
Castelblanco, Víctor Vogt, Alberto Haverbeck, Luis Martiniano Rodríguez, Jorge
Saelzer, Roberto Navarrete y Otto Roepke. La misma comisión continuará
ocupándose después de la transformación del resto de la ciudad.
Se habló enseguida de los problemas
que traía el desaparecimiento de la aduana, cambiándose ideas a fin de no
paralizar el movimiento de carga y descarga. Se propusieron muchas ideas, que
serán aprobadas definitivamente cuando llegue a Valdivia el señor
Superintendente de Aduanas. Se reunió en seguida el alto comercio para tomar
otros acuerdos de carácter urgente.
El orden ha permanecido inalterado, no ha habido ni robos ni
desmanes. Solo han caído presos uno que otro ratero insignificante.
Guardan la plaza, al mando del Jefe
de la Brigada de Infantería, 120 hombres del Tucapel, 20 carabineros de Temuco,
180 hombres del Caupolicán y 40 carabineros de Valdivia, Loncoche y Osorno. Se
encomia la conducta de los bomberos de Valdivia y de los venidos de fuera, que
trabajaron incesantemente. Sus materiales han quedado casi inutilizados.
Quien merece la gratitud general es
el ingeniero de la provincia, señor Jorge Urzúa, quien armó de hachas a los
obreros de la maestranza y en cortos momentos derribó dos casas, deteniendo el
fuego y evitando así que la catástrofe asumiera proporciones aún mayores.
Los heridos son relativamente pocos y parece seguro que no
hay ningún muerto.
Las industrias numerosas de Valdivia
han sufrido; hoy, a la hora de costumbre, se escuchó a las sirenas de las
fábricas llamando a los trabajadores a la diaria tarea. Esos llamados llenaron
de consuelo a los espíritus afligidos.
Es admirable la actividad y el
espíritu práctico desplegado por el señor Ministro del Interior, quien ha
venido a traer un refuerzo de energía a los vecinos de la ciudad.
Terminadas las reuniones el señor
Ministro se trasladó a la fábrica de cerveza a descansar un momento del
esfuerzo extraordinario. El Ministro ha resuelto regresar hoy mismo a Santiago.
Tal vez partiremos a las 8 ó 9 de la noche, a las 6 estaremos en Santiago.
Creo que antes de tres días todos los servicios públicos
estarán instalados.
En el telégrafo se nota gran actividad: trabaja con siete
aparatos en el Gimnasio Alemán.
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