martes, 4 de agosto de 2009

SUCESOS POSTERIORES






Para mantener el orden público se declararía a la ciudad ocupada militarmente, y para este fin se nombró Jefe de Plaza al Mayor de Carabineros, Luis A. Plaza. El Ministerio de Guerra ordenaría al Comandante en Jefe de la IV División de Ejército, con asiento en Temuco, General de Brigada Guillermo Armstrong, enviar tropa de línea a Valdivia. El General Armstrong ordenaría el envío de efectivos, en primera instancia, del Regimiento Nº 11 Tucapel y una compañía de ingenieros de la División para labores de construcción de viviendas provisorias a los damnificados. Resguardan, entonces, el orden público 120 hombres del Regimiento Tucapel, 20 carabineros de Temuco, 180 efectivos del Regimiento Caupolicán y 40 carabineros de Valdivia, Loncoche y Osorno.

Al conocerse la noticia del incendio en el Gobierno, a través de un telegrama del Intendente Provincial Ramírez de Arellano, se reuniría un Consejo de Gabinete para decidir el curso de acción más conveniente. Se decidiría que el Jefe de Gabinete, ministro Tocornal, viajara a la ciudad afectada para recoger los datos necesarios con los cuales el Gobierno tomaría las medidas más pertinentes.

El 15 de diciembre arribaba a la alicaída ciudad el Ministro del Interior, Ismael Tocornal, para “articular las medidas más oportunas en socorro de la población” local. Entre los miembros de la comitiva se encontraban el jefe de sección del Ministerio del Interior, Guillermo Pérez Valdivieso; Julio Bustamante, Comisario de la Brigada Central del Cuerpo de Policía; el Diputado Paulino Alfonso; el ingeniero Rogelio Tolson; el Gobernador de Llaima, Adrián Ortiz Lois; y los corresponsales de “El Diario Ilustrado”, “La Unión”, “La Mañana”, “El Chileno” y “El Mercurio”.

Posteriormente el Presidente Montt ordenaría el envío de especialistas de la Dirección de Obras Públicas a Valdivia para realizar los estudios del terreno donde se levantaría nuevamente la ciudad. Estos serían los ingenieros Alberto Espina y Egberto Belcredi, y los arquitectos Celindo Muñoz y Alberto Bezanilla. Estos funcionarios se pondrían a las órdenes del Intendente Ramírez de Arellano.

Las autoridades provenientes de Santiago se reunieron con el Intendente, el Alcalde y los hombres mas poderosos de la ciudad, donde ofrecieron dinero para apoyar los gastos de la reconstrucción, estimando los comerciantes afectados que esto no era necesario. Pero se decidió la conformación de una comisión para la redacción de un proyecto de transformación de la parte siniestrada de la ciudad, que incluía expropiaciones de terrenos y el posterior ensanche de las calles, avenidas y plazas. Esta comisión estaría formada por: Víctor Vogt, Pedro Castelblanco, Otto Roepke, Alberto Haverbeck, Patricio Aguayo, Felipe de la Fuente, Jorge Urzúa, Jorge Saelzer, Luis M. Rodríguez y Roberto Navarrete.

La evaluación del siniestro fue 117 construcciones consumidas, 98 casas de comercio, en total 92.000 metros cuadrados de edificación. Las pérdidas ascendían a los 20 millones de pesos, de los cuales las compañías de seguro cubrieron doce millones; el Presidente Montt destinaría medio millón de pesos para indemnizaciones, de los cuales 100 mil serían para las compañías de bomberos para renovar su material.

La Compañía Alemana de Aseguradores de Valparaíso recibiría detalles de las edificaciones afectadas. Estas serían las manzanas 316, 324, 404, 320, 312, 300, 304, 306, 302, 308, 232, 225, 227. Manzana 332 quemados ambos frentes plaza y Picarte. 239, Picarte incluyendo, Bischoff y Banco Alemán. 402, frente San Carlos, incluyendo Aduana. 330, quemadas totalmente, excepto dos edificios frente calle El Toro. 191, quemadas casi totalmente, incluyendo Williamson Balfour y Saavedra Renard. 195, tercera parte frente Chacabuco y Adriazola. 235 y 328 en duda.

Cabe hacer notar que los seguros comprometidos no pudieron ser ejecutados inmediatamente ya que se realizó investigación sobre el incendio. Además las compañías de seguro con pólizas comprometidas en su mayoría eran extranjeras y sólo 2 nacionales: “La Nacional” y “La Unión Chilena”, las cuales cancelaron los seguros una vez concluida la investigación de la catástrofe.

A pesar de las graves y grandes pérdidas los valdivianos desecharían las ofertas iniciales del gobierno para ayudar a reconstruir la ciudad. Aun así el Ministerio del Interior solicitó a la Intendencia Provincial una nómina de los damnificados por el incendio para decidir a quienes entregar recursos según lo dispuesto por la ley de reconstrucción.

En el plano levantado en enero de 1910 por don Lorenzo Claro Lastraría, liquidador de las compañías de seguros, se puede apreciar con toda claridad, que son 20 manzanas completas las pérdidas por el incendio y no 18 como se dijo en un principio.

El Intendente Ramírez de Arellano nombra una Comisión de Subsidios. El trabajo de ésta era el de evaluar cada uno de los casos que merecían recibir los subsidios del Gobierno. El trabajo de la Comisión fue a puertas cerradas, sin que se caracterizara por su claridad y sus deseos de dar a conocer sus actos.

Por medio del Decreto Nº 1.110 de abril de 1910 se disponía el pago de recursos a los empleados públicos damnificados por el incendio. Estos eran los funcionarios del Juzgado de Letras de Valdivia, de la Subdelegación Marítima, Martillero Publico, Protectorado de Indígenas, Correos, Telégrafos, Alcoholes, Preceptores, Aduana, Escuela Profesional, Liceo de Hombres, Registro Civil y de la Policía La nómina resultante sería ampliamente criticada por la ciudadanía ya que en ella aparecían personas que no tuvieron pérdidas de importancia y se dejaba fuera a personas absolutamente necesitadas de dicho subsidio.


Posteriormente, en junio, se daría a conocer la nómina de damnificados particulares que recibirían el subsidio dispuesto por el Gobierno para los damnificados del incendio.

EL INCENDIO






Valdivia había vivido una tranquila jornada después del Ejercicio General que los Cuerpos de Bomberos realizaron en la primera cuadra de calle Picarte el 5 de diciembre, paradójicamente, frente al lugar del siniestro que se avecinaba. Durante el último año se había instalado una red de captación de aguas, muy necesaria para la época, ya que no se contaba con una red adecuada.

Nada hacía presagiar que la pujanza de la ciudad de Valdivia se enfrentaría a su más grande prueba, la que acarrearía grandes cambios en la ciudad y su población.


Eran las 00:30 de la madrugada del 13 de diciembre cuando un incendio estalló en la propiedad de Maximiliano Montesinos, ubicada en la primera cuadra de Picarte, a la altura del Nº 323, en la acera sur, y que era arrendada por el matrimonio Seiter - Gross, que a la fecha se encontraba deshabitada. El Cuartel General de Bombas daría la alarma y la Iglesia San Francisco tocaría sus campanas. Acudirían todas las compañías de bomberos de la ciudad, pero al comenzar a trabajar se darían cuenta que la red de captación de agua tenía las cañerías rotas, lo que demoró la pronta labor bomberil para sofocar el incendio. De la pastelería Seiter el fuego avanzaría a la tienda “La Exposición”. En otro sector, cercano a la Aduana, se encuentran con las llaves del agua tapadas por la mercadería del lugar. La falta de tomas de agua y el viento imperante a esa hora hacen que la labor de lucha contra el fuego sea infructuosa y éste se expanda a los edificios de la acera de enfrente.
Las llamas consumirían completamente la primera cuadra de Picarte (por ambos lados de la calle). Arrasarán el Protectorado de Indígenas, la tienda “El Baratillo” de Saralegy y Cía, la sastrería “Elegante” de Seydel y Weber, la casa de don Alberto Wachsmann, el edificio Hettich, el Gran Hotel Moderno y la casa del intendente interino Luis Bianchi Tupper.

Pronto caían reducidas a cenizas las oficinas comerciales de don Carlos Bischoff, la casa habitación y gabinete del doctor Adolfo Necker y el Banco Alemán Transatlántico. Todo lo perteneciente a este último había sido rápidamente trasladado al edificio de material sólido construido al lado de la misma institución. Esta construcción maciza sirvió también para detener por ese lado el violento avance de las llamas.

Por el lado opuesto, el incendio consumía las casas habitaciones de don Alfredo Wachsmann y de don Guillermo Hefman y de la botica de don Teodoro Noelke.

Desde este punto las llamas cruzaron la calle invadiendo el Hotel Becas, la peluquería “Alemana”, la fábrica de Coronas, la casa del corredor de comercio Ernesto 2° Piwonka, y la pastelería “Zimmer”. De la pastelería “Zimmer”, el fuego siguió a la sastrería” “Rothgaenger”; a la peluquería “Central”; a la tienda “Las Novedades” de don Segismundo Gunckel; al depósito de fonógrafos; al estudio del abogado don Manuel Silva Vera; a la “Librería Universal”; a la tienda de don Justo Villabeitia y a una relojería. También quedaron destruidos los departamentos particulares de los señores Rothgaenger, Gunckel, Silva Vera, Saladino Guarda y Jiménez. Del Hotel Becas, hacia la calle Camilo Henríquez, las llamas devoraron otras dos casas de dos pisos, de modo que resultó destruida de forma íntegra la manzana de ese lado que da a la plaza.
Hacia el lado de San Francisco el fuego fue detenido en la casa esquina de la calle Arauco, ocupada, en los bajos, por las oficinas técnicas de Misa y Cía, y, en los altos, por don Juan Bautista Fuenzalida, recibiendo ambos serios perjuicios. Pero el voraz avance de las llamas se reinició al frente, en forma violentísima, consumiendo en pocos minutos las habitaciones de don Germán Borneck, la sombrerería de don Luis Klapp, la imprenta de “El Comercio” y los talleres del diario del mismo nombre.

Desde aquí el fuego se bifurcó en dos brazos hacia la mueblería “La Proveedora del Hogar”, sucursal de la de Concepción, y hacia el almacén “Schmidt”. Esta acera quedó pronto despejada. A continuación el fuego siguió su avance por la calle de San Carlos devorando en su furia las casas Duncan Fox y Cía, Valck y Kaehni, Prochelle y Einicke y Avelino Molina.

Luego la hoguera atravesó nuevamente la calle para destruir el almacén de música y librería de don Carlos Balling, la sastrería de don Juan Crass, la casa habitación de don Patricio Aguayo, las oficinas habitaciones y negocios de Russo y Saelzer, Jorge Saelzer y Otilia Saelzer. También ardió un edificio de cuatro pisos de la viuda de Kunstmann.

El incendio siguió hacia diversos negocios pequeños y consumió la tienda Uthemann, una joyería, una botería recién instalada, la tienda de don Carlos Riedel, la oficina del dentista señor Gunckel, la casa mayorista de los señores Mally y Reccius, y la librería y almacén de novedades de don Pablo Springmüller y Casa Carstens. Desde allí el fuego saltó a la acera opuesta, destruyendo con gran rapidez y a puertas cerradas, las oficinas y talleres de “El Correo de Valdivia” y las habitaciones de su propietario, cuyo seguro total apenas alcanzaba a los 20.000 pesos.

Acto seguido, las llamas abrazaron el edificio de don Carlos Bartsch, y siguieron por la calle de San Carlos hacia el río sin perdonar nada a su paso; otro tanto ocurría por la calle de Maipú.

De la tienda de Riedel el fuego pasó al palacio obispal. Lo destruyó integro, así como la iglesia matriz, cuya torre ardió en lo alto por breves instantes, y luego se derrumbó estrepitosamente al suelo.

En la calle de la Independencia cayeron también la Gran Mercería Saelzer y Schwarzenberg; la talabartería Fuchsloser; las oficinas del martillero don Eudaldo de Echeñique, las del dentista Briede, la botica de don Pablo Anwandter, el almacén de don Enrique Poehler, la joyería Henzi, la botica de don Carlos Rachel, el almacén de cueros y talabartería de don Luis Deppe, el Banco de Chile y Alemania, el Club Central, el Club y Teatro Alemán Unión, la administración de Correos, el cuartel de policía, las oficinas parroquiales, la imprenta del diario “La Aurora”, la botería de José Pérez, las oficinas de la Aduana y Tesorería Fiscal.

A esa hora, 8 a 9 AM, la avalancha de fuego siguió por todos lados, destruyendo los negocios, casas particulares y oficinas, hasta que brotó nuevamente en la Plaza de la República, causando graves estragos, dejando en el suelo los edificios de las cuatro manzanas adyacentes con contadas excepciones, alcanzando las riberas del río, donde se encontraban los almacenes y bodegas de las casas mayoristas de la ciudad.

Empezó por los galpones de la Aduana, siguiendo por el Hotel Castaing abarcando hasta la casa Williamson Balfour y Cía.

En todo este trayecto cayeron las casas mayoristas de don Víctor Vogt, Gratenau y Cía, Martens y Roepke y Cía, Anwandter y Bentjerodt, W. R. Grace y Cía, etc., etc., en suma, el comercio más importante de esta plaza.

También se incendio el gran depósito de la Compañía Cervecera de Valdivia, el gran hotel Colón y cien establecimientos más. Hubo algunos puntos en que ardió el malecón mismo.

Las llamas incluso alcanzaron hasta algunas lanchas en que se había amontonado una considerable cantidad de mobiliario, incendiándolas y hundiéndolas; el fuego no respetaba nada y poco faltó para que alcanzara hasta la Isla de la Teja.

Durante este periodo algunos comerciantes y voluntarios bomberiles tratarían de detener el fuego con dinamita en ciertos sectores para que el resto de la ciudad no sucumbiese, labor en la que destaca el voluntario de la 4ª Compañía, Adolfo Scheihng Kurz. También, pero en calle San Carlos, aconteció otro hecho heroico, poco conocido hoy en día. En aquel lugar se encontraba la casa, leñera y bodega de la familia Walper Fiegelist. Estas dos últimas estructuras estaban separadas de la casa familiar por un amplio patio, las cuales sufrirían los embates del fuego. En ese lugar y para controlar el avance del incendio los Walper Fiegelist dispusieron de una bomba a vapor, de su propiedad, la cual contuvo el incendio, salvando así la casa de calle San Carlos, además de la casa Hoffman ubicada en calle Yungay.

La gente que logra escapar de las llamas rescata con dificultad algunas de sus pertenencias y, creyendo ponerlas a salvo, las evacua en lanchas y embarcaciones que aguardan en el río hacia la Isla Teja, pero la radiación provocada por el incendio alcanza con sus lenguas de fuego las embarcaciones, incluso algunas casas de la Isla Teja sufren por las llamas.

A mediodía los edificios de tres o cuatro pisos comenzaban a desplomarse por la avenida Prat. La pesadilla finalizaba.

Se habían consumido por las llamas unas dieciocho manzanas (algunas fuentes hablan de veinte) del centro histórico de Valdivia: Palacio Episcopal, las oficinas de la Aduana, Iglesia Matriz, edificio de Correos y Telégrafos, el Mercado, el depósito de Cervecería Anwandter, el Banco de Chile y Alemania, las imprentas de los diarios “El Correo de Valdivia” y de “La Aurora”, Casa W. R. Grace, Casa Gratenau. De la casa Wachsmann sólo quedó la fachada en pie; el Hotel Castaing, el Gran Hotel Colón de Alfredo Schuster Leiva, el Hotel Moderno, el Club Alemán Unión y los almacenes de la Aduana fueron reducidos a escombros. Milagrosamente habían salvado de las llamas los edificios de los Bancos Alemán Trasatlántico y el Banco de Chile.

Cabe recordar que el edificio de la Intendencia Provincial se encontraba en construcción, por lo cual no sufrió daños considerables y pudo continuarse su construcción después de unos meses de paralización.


Al siniestro acudieron además de las 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, 6ª y 7ª compañías de bomberos de Valdivia, voluntarios de la 1ª compañía de La Unión, de la 2ª y 3ª compañías de Osorno, de la 2ª compañía de Temuco, 1ª compañía de Gorbea y Loncoche, además de personal de la maestranza de ferrocarriles y del ejército. Los voluntarios de las compañías valdivianas sólo podrían dedicarse, a raíz de la falta de agua y pérdida de material, a labores de rescate de personas en viviendas y edificios.


El accionar de bomberos de La Unión, por ejemplo, fue ejemplificador al momento de realizar su labor. Luego de llegar a la ciudad la bomba a vapor “Presidente Pedro Montt” realizaría una agotadora labor de lucha contra el fuego durante 18 horas seguidas. Esta unidad sería llamada cariñosamente por los valdivianos “La Teterita”.


Sus materiales quedaron inutilizados o muy averiados. Verdaderas oleadas de fuego pusieron en peligro la vida de los voluntarios, los cuales envueltos en un mar de llamas que pasaban sobre sus cabezas y que se estrellaban en los edificios, tuvieron que retroceder varias veces, perdiendo parte considerable del material”.

(Extracto de Informe al Superintendente de Bomberos de parte del Comandante del Cuerpo de Bomberos, Santiago Schüler).

Los héroes de la jornada serían los voluntarios valdivianos, donde destacaron: don Teodoro Rudloff Schmidt, de la Primera Compañía; don Santiago Adriasola Smith, de la Segunda Compañía; don Max Riedemann Braüning, de la Sexta Compañía y don Prudencio Garrido Salazar, de la Quinta Compañía.









Labor del Cuerpo de Bomberos de Valdivia Informe al Superintendente de Bomberos



Señor Superintendente:

En cumplimiento de una orden verbal suya, tengo el sentimiento de dar cuenta a Ud. que con fecha 13 del presente mes, se desarrollo en esta ciudad un violento incendio que destruyó el barrio comercial, el más densamente edificado, el más valioso de ella y puso la población entera en serio peligro de desaparecer presa de las llamas. A las 12 horas la campana del Cuartel de Bombas daba la señal de haber aparecido el fuego en el segundo cuartel. Con la debida presteza acudieron las Compañías al lugar amagado y al llegar vieron que la casa de don Maximiliano Montesinos estaba totalmente abrazada. Mientras las bombas a vapor buscaban su colocación en la orilla del río para aprovechar la cañería de hierro que el Cuerpo dispone para estos casos, hubo de echarle mano de los grifos de agua potable, armando sus mangueras la 1ª Compañía frente a la casa del señor Pentz, en la calle Picarte; a la 2ª Compañía, frente a la casa del señor C. Bischoff, calle Picarte; la Cuarta Compañía, en frente a la casa del señor Uthemann, calle de San Francisco; la bomba de la misma Compañía se colocó en el pozo de la Plaza de la Republica, calle de Maipú.


Debo adelantar al señor Superintendente que esta Comandancia, previniendo la posibilidad de un siniestro en la manzana en que estalló el fuego, manzana Nº 332 del plano adjunto, la cual estaba enteramente ocupada por valiosos edificios de considerable altura, principalmente por el costado que mira hacia la Plaza de la República, había efectuado ocho días antes un ejercicio combinado con las Compañías 1ª, 2ª, 3ª, 4ª y 5ª, de modo que los lugares más accesibles para hacer un trabajo provechoso eran conocidos de los bomberos y fueron aprovechados con oportunidad desde los primeros momentos.

Al tomar colocación la bomba de la 1ª Compañía frente a la Plaza de Pedro de Valdivia halló que las llaves de las cañerías estaban rotas, lo que dificultó enormemente la operación de dar agua, perdiendo así de diez a quince minutos, tiempo que hubiere sido precioso en estos supremos instantes en que, incapaces los grifos del agua potable para mantener a raya de fuego, iba éste ganando terreno con mucha rapidez favorecido por una fuerte brisa del sur de la estructura misma de las casas contiguas a la del señor Montesinos, todas ellas altas y de material ligero, sin murallas cortafuegos y comunicadas entre si por una intrincada red de construcciones que se prolongaban en todos sentidos, poniendo en contacto una casa con otra sin dejar espacios vacantes donde establecerse un servicio eficiente para impedir la prolongación del fuego. La Comandancia atribuye la ruptura de las llaves a que han hecho referencia a la imprudente descarga de mercaderías que se practica en el muelle, corroborando esta opinión el hecho de que al buscar la bomba de la 2ª Compañía su colocación en la orilla del río encontró que la cañería en que le correspondía trabajar estaba bajo numerosos bultos de la Aduana, bultos que fue necesario remover con apreciable pérdida de tiempo.

Estas dificultades inesperadas y las que se han señalado anteriormente explican hasta cierto punto que el fuego tomase gran incremento avanzando hacia el este, oeste y hacia el norte, saltando por este lado a la casa habitación del señor Luis Bianchi, desde donde se prolongó a las contiguas del este y del oeste del señor Bischoff y de la viuda Straub. Agrandando de este modo el circulo de fuego, la 1ª Compañía defendió con éxito con dos pistones colocados al oeste de los edificios, situados a este lado; la 2ª atacó con dos pistones, uno por la calle de Arauco hacia el interior de la manzana y por la parte posterior de los edificios incendiados, y otro por la calle Camilo Henríquez frente al Hotel Moderno de don Félix Corte, que ya estaba amenazado por el fuego; la 4ª Compañía, extendió su material por el interior de la casa del señor Hettich para impedir que el fuego que consumía la casa de don Segundo Ramírez se comunicara a ésta y otro pistón se colocó en el interior del Hotel Moderno que, como ya queda dicho, estaba en contacto con las casas adyacentes por un cañón de edificios que corría de este a oeste.

La 7ª Compañía y mangueras de otras acopladas en los grifos del agua potable impidieron en gran parte que el fuego que destruyó las casas de los señores Bianchi y Bischoff se propagara por el interior de los sitios hacia el norte; pero el principal baluarte que tuvo la ciudad por ese lado fue la sólida construcción del Banco Alemán Transatlántico que, con sus techumbres ocultas tras gruesas paredes de ladrillos, interrumpió la marcha de fuego sin presentarle punto vulnerable; gracias a esta señalada circunstancia el pueblo se ha salvado en gran parte. Circunscrito el fuego a la parte occidental de la manzana 332 y atacado en la forma que se ha descrito, la bomba de la 6ª Compañía llamada oportunamente entró en acción en estos momentos tendiendo su material por la calle Maipú directamente desde el río y atacando el incendio por el lado oriente de la Plaza de la República. Todos los esfuerzos de los voluntarios fueron impotentes para detener la marcha del fuego en esa manzana. El viento sur arreciaba por momentos y atizaba la inmensa hoguera, la cual corrió un poco hacia la calle de Arauco, destruyendo en breve el almacén de los señores Wachsmann y Cía., la casa de los señores Hettich, Corte, Wachsmann y Heufemann. La altura de los edificios incendiados y la estrechez de la calle Camilo Henríquez que no tiene más de diez metros de ancho al lado sur de la Plaza, hicieron infructuosos cuantos esfuerzos hicieron los voluntarios y puede decirse sin exageración que el fuego saltó sobre ellos prendiendo fácilmente en el Hotel Becas, la casa habitación del señor Carlos Ewertz (manzana Nº 328), la cual fue pronto destruida a pesar de la enérgica defensa que en ella hicieron los bomberos, parte de los cuales (2ª y 4ª Compañías) tuvieron que contener el avance lateral del fuego por la calle de Arauco, salvando así las casas de los señores Bennett, Pabs, Westermeyer y Kuhl. Antes de ser totalmente consumida la manzana Nº 328, el fuego pasó a las dos del frente Nº 316 y Nº 324 saltando la calle San Francisco; pero los bomberos lograron después de un penoso batallar cortarlo en la manzana Nº 316 antes de llegar al almacén de los señores Mally y Reccius y Riedel. Mientras tanto el incendio avanzaba en la manzana 324 vivamente atacado por todos lados, logrando circunscribirlo por cortos momentos en la extensa casa de propiedad de don Gustavo Prochelle. Pero este triunfo fue desgraciadamente pasajero, pues extendió su material por el interior de la casa del señor Hettich para impedir que el fuego que consumía la casa de don Segundo Ramírez se comunicara a ésta y otro pistón se colocó en el interior del Hotel Moderno, que como ya queda dicho, estaba en contacto con las casas adyacentes por un cañón de edificios que corría de este a oeste.

Las llamas invadieron simultáneamente las manzanas 320, 321, 316 y 404 y de estos momentos ya que no fue posible seguir la marcha de aquella avalancha de fuego que, superior a toda descripción arrasó cuanto encontró a su paso, devorando en corto espacio de tiempo todo el barrio comercial. Sin embargo la labor de los voluntarios no desmayo un solo instante y defendió palmo a palmo las propiedades, aunque perdiendo en cada jornada parte del material, por la rapidez increíble del siniestro, activado por un verdadero volcán de humo y fuego. Así se perdieron las manzanas 308, 232, 306, 304, 302, 227, 325, 230 y parte de la Nº 125, librándose lo que queda de ésta y de la Nº 230, gracias a los esfuerzos de los voluntarios ayudados muy eficazmente por los obreros de la maestranza de ferrocarriles, que dirigidos por sus jefes señores Moraga y otros, derribaron algunas casas con el fin de cortar el fuego por el lado norte hasta la calle Carampangue, donde se detuvo a las 11:30 horas contenido por pistones de la 1ª y 2ª Compañías y por el este hasta la calle del Toro donde trabajó muy acertadamente la 4ª Compañía.

No quería concluir este informe señor Superintendente, sin advertir a Ud. que las distintas Compañías que forman el Cuerpo de Bomberos han quedado sin material con que combatir un nuevo siniestro, sin que pueda precisar por el momento el numero de especies perdidas o deterioradas ni su valor aproximado. Debo señalar al mismo tiempo, que con motivo de esta catástrofe se ha puesto en evidencia la necesidad de suministrar mayor cantidad de agua a los estanques del agua potable, pues a las pocas horas de producido el incendio, los grifos de esta cañería no tenían agua suficiente ni para alcanzar el alero de una casa de un piso.

Al terminar señor Superintendente debo manifestar que la disciplina de los voluntarios ha sido enteramente correcta; todos han trabajado con decisión y constancia, en medio de una catástrofe sin precedentes en nuestro país.

Cábeme finalmente expresar mis agradecimientos a los Cuerpos de Bomberos de La Unión, Osorno, Temuco, Gorbea y Loncoche, que acudieron a ayudarnos en los últimos momentos del siniestro cuando los voluntarios de las Compañías a mi mando estaban rendidos casi por un trabajo extraordinario, soportado en medio de las más penosas condiciones.

Saluda al señor Superintendente, (Fdo.): Santiago Schüler, Comandante.

Valdivia, diciembre 31 de 1909.


El presente informe es colaboración de Boris Borneck Bielefeldt.

VALDIVIA 1909





Valdivia, en la época en que se desarrolla este libro (1909 – 1916), era una ciudad pujante que atraía grandes inversiones del interior y exterior del país en la gran mayoría de los rubros. Las inversiones alemanas, traídas a la zona gracias a los colonos y sus descendientes, abrían infinidad de negocios y comercios en la cerveza, la curtiembre y los astilleros.


Autoridades Provinciales y locales (1909 – 1916).

Las autoridades de la provincia eran el Intendente Provincial Juan N. Ramírez de Arellano Espejo (1910 – 1916), alcaldes de Valdivia fueron el Primer Alcalde Carlos Alberto Bennett Argandoña, el Segundo Alcalde Otto Pentz y el Tercer Alcalde Pedro Segundo Ruiz Manríquez (1909 – 1910); Primer Alcalde Otto Pentz y Tercer Alcalde Pedro Segundo Ruiz Manríquez (1910); el alcalde José Alberto Ramírez Castelblanco (1910 – 1911); Primer Alcalde Adolfo Oettinger Stegmeier, Segundo Alcalde Pedro Segundo Ruiz Manríquez y el Tercer Alcalde Otto Pentz (desde mayo de 1911), los representantes al Congreso Nacional eran el diputado Carlos Zañartu Fierro (1906 – 1909) y senador Darío Sánchez Masenlli (1906 – 1912). El comandante en jefe de la IV División de Ejercito era el General de Brigada Guillermo Armstrong Rivera (1909 – 1910).


Hechos destacables (1905 – 1909)

Era la época de la dictación de la Ley de Habitaciones Obreras (1906), se lleva a cabo el Parlamento indígena de Coz - Coz (1907), ocurre el terremoto de 13 de junio de 1907; de la apertura de los Altos Hornos de Corral (1908). Durante 1909 se realizaba en la ciudad un Congreso Obrero en enero; en marzo la Sociedad Hospital Alemán de Valdivia fundaba lo que hoy es la Clínica Alemana; se fundaba la Cámara de Comercio e Industrias de Valdivia.
Valdivia había sido creada como provincia por las Leyes Federales de 1826 y en la época que nos atañe estaba constituida por los departamentos de Villarrica, capital Villarrica; Valdivia, capital provincial y departamental Valdivia; La Unión, capital La Unión y Río Bueno, capital Río Bueno. La población de la ciudad de Valdivia era de 16.483 habitantes según el Censo realizado en 1907 la cual aumentaría, según estimaciones, a 26.854 en 1909.

PRESENTACIÓN

Por muchos años se ha hablado y escrito sobre los grandes acontecimientos de la historia de Valdivia como su fundación en 1552, destrucción en 1599, repoblación en 1645, la primera junta de gobierno de 1811, la toma de los fuertes de la bahía de Corral y Valdivia en 1820, la colonización alemana, el terremoto de 1907, el terremoto y maremoto de 1960, la fundación de la Universidad Austral en 1954, pero también los años se han coludido para relegar casi al olvido un hecho de particular importancia para nuestra historia: El incendio del 13 de diciembre de 1909, también llamado “La Noche Triste”.
Este hecho, fortuito si se quiere, marcaría la vida de una generación de valdivianos de comienzos del siglo XX, se perderían alrededor de 18 manzanas del centro de la ciudad, las pérdidas económicas llegarían a los 20 millones de pesos de la época, muchas edificaciones de reciente y antigua construcción (muy bellas por lo demás) serian consumidas por las llamas.
Como en otras catástrofes urbanas de esta índole se demostraría la entereza de los habitantes de la ciudad de Valdivia, cuando se negaron a recibir la ayuda ofrecida en su momento por el gobierno de la época.
Resultas de este hecho se llevaría a cabo un lento proceso de reconstrucción, que duro varios años, del área céntrica de la ciudad que permanece casi inalterable hasta nuestros días.
Este libro pretende dar a conocer algunos datos sobre el incendio de 1909, el posterior juicio y el proceso de reconstrucción de la ciudad recuperando una triste pagina de nuestra historia para las futuras generaciones.